Por: José Mendoza Jiménez
La ciudad evoluciona como evoluciona la ciencia o la tecnología. La ciudad despierta todos los días de su letargo, pero a veces parece solemne en el discurrir del día a día ;al descubrirse allende de nuestro descuido, ajenos en la pertenencia por ella.
En la ciudad todos somos como hormigas trabajadoras, con una misión que cumplir: cada quien en su ocupación sin percatarnos de los demás. Somos como hormigas trabajadoras con unas tareas autodirijidas que deberían engrandecer la ciudad.
Las hormigas son respetuosas y si se les cae la carga, con el mismo ímpetu vuelve y le recoge o llegan otras a ayudar a destrabarla. La hormiga no se distrae y sigue adelante como si nada hubiese pasado porque está consciente que de su trabajo depende su manada. Ninguna hormiga pasa sobre la otra para lograr su ideal nada más. En ese aspecto ser como hormigas trabajadoras por la ciudad, no está mal. Pero a veces olvidamos los detalles de la sin razón que nos asiste para acapararlo todo.
A mí me preocupa el descuido de la ciudad. La ciudad no puede parecer un campo de batalla para satisfacer los deseos de los otros. La ciudad no puede ser un sitio de nadie y menos de los vándalo que se apropian de ella en la soledad de la oscuridad.
Es necesario y urgente que las autoridades se apersonen de las irregularidades que bajo el manto de su omisión, de la tranquilidad de los asociados, hacen de ella un oasis en medio del caos de la ciudad. Me refiero a la insolidaridad con los demás y la ciudad, a la libre movilidad hoy más afectada que nunca, a la inseguridad de sus habitantes.
Voy a decirlo sin pelos en la lengua: en el barrio los CEREZOS, los moradores de algunas calles adyacentes a un colegio militar, se han dado a la tarea de cerrar sus estrechas calles por donde ni siquiera las motos pueden transitar ;en la urbanización ANITA, con el visto bueno de las autoridades, las calles siguen taponadas como después de una guerra para que nadie se movilice por ellas, igualmente en SANTA LUCIA. En la urbanización 11 de NOVIEMBRE, en la calle destapada al lado de la cárcel de TERNERA, del sector MEDELLIN de san FERNANDO, hay varias calles que han sido taponadas de un lado por parte de los particulares, afectando la libre movilidad ¡la ciudad sin calles y los particulares cerrando las pocas que hay! Quien quiera vivir en conjunto cerrado que no lo piense más pero las vías públicas no tienen que ser privadas.
Continuará.
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