Por: José Mendoza Jiménez
Continuación
Y no es sólo la falta de cultura de algunos ciudadanos, es la gente mala con Cartagena de indias ;una ciudad blindada de seguridad como ninguna otra en Colombia. El que las pandillas hagan su agosto, saqueando varias casas en sector Zarabanda de la Magdalena, no es grave. Es gravísimo, como gravísimo que algunos zorreros boten escombros o basuras en la calle canal de las aguas lluvias frente a los bloques residenciales Portales de San Fermentado y a la vista de todos. Cuando una calle está averiada, sirve la excusa para el relleno con escombros.
Los mismo habitantes de la ciudad no tienen escrúpulos en el manejo de los desechos y,muchas veces terminan arrojandolos en los caños o canales de aguas fluviales, taponandolos, sobreviniendo inundaciones en tiempos de invierno. Cuando está lloviendo arrojan a la corriente los muebles viejos y los colchones inservibles para que ésta les haga el favor de deshacerlos de su vista en el menor tiempo. Me pregunto ¿porqué las empresas prestadoras del servicio de aseo, se niegan a hacerlo reiteradamente si les corresponde en la limpieza de la ciudad?
Algo está pasando que no encaja en la construcción de ciudad. Algo está pasando cuando no existe sentido de pertenencia por ella. Algo está pasando cuando todo el mundo toma medidas a su antojo, que le corresponden a la autoridad que nos rige. Si es una forma de protestar y,he de entenderlos disintiendo de ellos, hay que hablarles y escucharlos en su disgusto. Las autoridades deben tomar correctivos en lo que les corresponda como autoridad. La ciudad no puede caer en manos de los particulares solo porque si para que hagan con ella lo que se les venga en gana.
Así como estan haciendo con la arbitrariedad de los "policías muertos "en las vías principales, por ahí ha de ser el camino ¡que la autoridad se haga sentir sinque medie la decisión de un juez de la república para hacerlo!
La gente siente la inseguridad y ante su impotencia, termina haciendo justicia por sus propios medios, perjudicando a los demás ciudadanos. Capítulo aparte merecen el exceso de velocidad con que se conduce en la ciudad y la contaminación auditiva, los pitos de los vehículos de manera exagerada. A ello habría que agregarle la de los vendedores ambulantes con sus altavoces a todo volumen, como si fuéramos sordos.
Articulito: Cartagena, la ciudad de todos, la preferida por propios y extranjeros por el embrujo de su pasado, debe dejar de ser la ciudad de nadie.
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