Por: José Mendoza Jiménez
Continuación
Es increíble que esto suceda en una ciudad como Cartagena de indias donde las corrientes de aguas lluvias bajan al mar por sus canales naturales que no deberían tener ningún impedimento a su paso, y donde las comunidades se las ingenian por si solas para resolver sus problemas a su manera, ante la falta de gestión de las autoridades que les beneficie en algo. Hablo del barrio San José de los Campanos que le corresponde a la administración del Distrito de Cartagena y de sus vecinos: las villa Grandes de indias, villa Juliana, villa Andrea y Bosques de la Circunvalar, entre otras, pertenecientes a la administración del municipio de Turbaco y por su intermedio, a la gobernación del departamento de Bolívar. Lo digo cuando estamos nuevamente próximos a una temporada más de lluvias, como todos los años, sin que se vean señales alguna de luz al final del túnel.
La casa es espaciosa y ventilada como la había soñado. Es fresca porque recibe aíre de los cuatro puntos cardinales. Desde ahí miro en el horizonte los primeros rayos de sol, señal de que el día empieza para abordarlo con el mismo entusiasmo del día anterior. Una casa es sinónimo de bienestar, hogar, seguridad y confort, donde los sueños se hacen realidad con determinación sin desconocer de las vicisitudes que nos fortalecen como personas. Con razón se escucha entre los mayores que tener casa no es ser rico, pero no tenerla, es ser demasiado pobre. La casa es una necesidad apremiante para miles de hogares que no está a su alcance, y deber de los gobiernos, como política de estado, proveerlos de ese bien tan necesario, facilitandoles la adquisición a las familias que lo requieran, si sus recursos económicos son insuficientes o no se lo permite para adquirirla y mejorar su calidad de vida. Porque eso de no tener casa no es para pobre. El rico que se de ese lujo si se lo quiere dar pero el pobre ese lujo no se lo puede dar. Una casa es calor de hogar y nos compromete con la sociedad que integramos en la ciudad.
Articulito: la casa soñada es un oasis donde pernoctar del trajín diario, donde nos encontramos con sigo mismo amplia y a nuestras anchas, satisfactoriamente realizados. Una felicidad interior sin parangon en el tiempo nos abriga.
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