Por: José Mendoza Jiménez
Continuación
La intransigencia en ambas partes se ha convertido en anarquía. Nadie quiere dar el brazo a torcer, porque cada uno abraza su justicia con orgullo, como una panacea, como un trofeo que no se tiene y se quiere tener y se lucha como si se tuviera por no tenerse. Lo alejamos con la soberbia exorbitante que engendra violencia, porque se quiere todo o nada y todo o nada no debería ser la consigna al reclamar derechos. Para ser legal, la protesta debe tener sus límites. Sino se consigue todos los objetivos trazados, algo es algo. Y hacerse sentir sienta precedentes. Es importante que no termine arruinando el objetivo buscado de cambio.
La crisis por la pandemia plantea un serio compromiso de todos los entes del estado hacía el futuro consistente en la enseñanza que deja al reasumirlas desde una perspectiva de transformación pensada en el servicio. Se necesitará bajarle temperatura a la altivez, y sesensibilizarse con los dadamnificados que deja Covid- 19.Especialmente, con la población vulnerable.
Pensamos que el problema es solo en las carreteras, en las regiones, en los pueblos y ciudades, pero en el seno de los hogares, también se presentan inconvenientes de orden y autoridad ;y la respuesta no deja de ser parecida a lo militar. Ya ni siquiera ahí, creo, las cosas son así. Una madre lloraba desconsolada porque su hija se había ido de la casa sin nisiquiera despedirse como lo hacia cuando salía para la universidad. Ese día se les reboso la copa a ambas porque ya en otras ocasiones había sucedido: echarla de la casa. Y no esperaba que la reacción de ella fuera tomar los motetes y decir ya no más.
La amonestación no debe ser mayor a la falta cometida. Las cosas deben guardar equilibrio con respecto a las circunstancias. Se requiere de mas prudencia y sensatez. Hay que ser mas coherentes con la ley y con nuestro actuar, para evitar sinsabores aquí y allá, en el manejo del orden y la autoridad con los gobernados ¡nada justifica un abuso de la autoridad con el ciudadano! .
Articulito: no dejarnos llevar por la ira que envilece y perjudica, debería ser la oración del día a día para con los demás.
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