Por: José Mendoza Jiménez
No hace mucho le comenté a un amigo contar la historia de cuando me tocó corretear aviones en el aeropuerto. El amigo se mostró interesado en que contara esa historia de cómo yo correteaba aviones en la pista del aeropuerto. La historia tiene que ver con el corre que corre para ganarle al tiempo. Trabajaba yo en un almacén de fotografía: Foto Bellas Artes, y era el mensajero. Me correspondía recoger los rollos fotográficos para revelar en los diferentes puestos y almacenes de la ciudad y llevarlos al laboratorio que quedaba en el Bosque. En donde después de un proceso de insertar la película fotografica por entre medio de unos rodillos con químicos líquidos en el cuarto oscuro, aparecía el milagro: el rollo revelado.
La mayoría de los trabajos eran de turistas o de gente de paso o en prisa y no había coordinación en el manejo del tiempo en algunos casos, o por querer complacer a un cliente que después tendría adelantos en su viaje por parte de la aerolínea, había que salir corriendo para cumplirle. Recuerdo que doña Cecilia siempre me decía: "José, váyase volando pero no se vaya a estrellar ".A veces salía del centro directo para Bocagrande y el Laguito con la orden de irme directo para el laboratorio, pero cuando llegaba allá, Lucy me decía que debía llegar nuevamente al almacén principal para recoger nuevos trabajos ;así lo hacía, lo que retrasaba mi llegada al laboratorio. Yo salía diligente en esa misión y siempre tenía en cuenta que cuando iba llegando al semáforo, éste cambiaba a rojo y me tocaba esperar. De regreso se repetía casi que la misma secuencia, de esperar que el semáforo diera luz verde. Ya venía con una nueva orden, que Ruth Lovera, encargada del laboratorio, me daba: "que me fuera directo para el aeropuerto porque al turista le habían adelantado el viaje ".Así que cuando llegaba al aeropuerto solo veía decolar el avión y ya nada se podía hacer por mucho que yo corriera detrás de él. Volvía al almacén principal en el centro de la ciudad, en la Matuna, con los demás trabajos ;y ya ahí le habían tomado los datos- por si acaso yo no llegaba a tiempo- para enviarselo por correo a su país de origen. Ante esos inconvenientes fueron optando en no comprometerse contra el tiempo que afectara la calidad de su buen servicio. No es que yo tenga tantos años, solo que el cabello se me ha ido poniendo blanco, y la juventud no está tanto en la lozanía de la piel sino en la actitud que se asuma ante la vida. Pues hay muchos jóvenes que se ufanan de su juventud como si esta fuera eterna y no está mal, lo malo es que sus pensamientos y actuaciones distan mucho de ello: tratan peyorativamente al adulto, sin saber ellos si abran de llegar a esa edad mayor.
Continuará.
Comentarios
Publicar un comentario