Por: José Mendoza Jiménez
No es sino mirar por la ventana para darse cuenta uno que el mundo hoy ha cambiado por parte de una pandemia que llegó para voltearlo todo a su antojo. El mundo, que venía a unos pasos agigantados de desarrollos extraordinarios por todas partes, de avances tecnológicos sin precedentes de inteligencia artificial, de construcciones sin par ante el aumento de ofertas por las probabilidades de una propiedad habitacional, de fábricas y empresas haciendo sus cuentas para avanzar mas y mas en su producción, de seres humanos cavilando en el mejor camino a seguir de estudio y/o trabajo cada uno en su cuarto de hora ideando su futuro ideando su presente sin esperar esta oleada de temores y miedos en los que nos encontramos atrapados y sin esperanzas de que las cosas mejoren para seguir en lo que estamos acostumbrados que es trabajar para labrarnos nuestro propio destino de vivir la vida con sentido y con cariño que como reza una canción "es nuestro sudor lo que nos mantiene "con vida.
No es sino mirar por la ventana para percatarse uno de los cambios que han llegado al ver las calles solas que antes Esteban llenas, que no volveremos al ritmo de vida que traíamos, por lo menos no por ahora y por mucho tiempo con esta pesadilla que cuando se cree vamos despertando de ella, mas se acentúa en demorar su final. El mundo ha cambiado y va a seguir cambiando, no sabemos si para bien o para mal. En todo caso queda la duda porque no estábamos preparados para hacerle frente a este monstruo silencioso, invisible que nos reta y nos persigue con su espada filuda que no vemos ni sabemos por dónde saldrá con su sorpresa y zozobra de sufrimiento y muerte. Covid-19 se presentó como una avalancha que en su paso va destruyendo todo lo que encuentra sin dar aviso de anticipación para estar preparados.
El mundo hoy nos depara un futuro limitando nuestras capacidades de asociación y progreso, un mundo temeroso donde todos tomamos medidas para protegernos del contagio del monstruo.
Articulito: Sinembargo, al mirar por la ventana, observo la naturaleza vestida de verde. Hace poco el roble que había quedado sin hojas pensé estaba muerto y de la noche a la mañana se fue vistiendo de nuevas hojas verdes. Pienso que así como el roble volvió a revivir al tener todas sus nuevas hojas verdes, así nos sucederá a todos cuando pase esta pandemia con su zozobra de sufrimiento y muerte.
Comentarios
Publicar un comentario