Por: José Mendoza Jiménez
2013
A mí me emociona ver cómo crece esta ciudad a la que he adoptado con amor. Pero también me choca y asombra la falta de pertenencia de los otros por su ciudad. Una ciudad turística y colonial, bella en todo su esplendor. Ahí están los vestigios de su pasado, imponente ante el tiempo y el desarrollo arrollador. La ciudad vieja acordonada con una franja de murallas y garitas ;atrincherada se conserva para propios y turistas. Ojalá y pare ahí el despojo de quienes sin saberlo y quizás contra su voluntad, acabarla con la excusa del desarrollo ;borrando parte de su pasado que la enriquece y valora tanto. Los nuevos invasores, los que la malogran y afean y quienes permitimos que así suceda, desconociendo ése valor histórico de Cartagena de Indias. Un valor incalculable, un tesoro al que no le hemos dado su verdadero valor.
Una cosa es construir a distancia considerable del castillo San Felipe de Barajas, y otra muy diferente ,es hacerlo a unos cuantos metros del monumento emblemático. El patrimonio histórico hay que preservarlo. Y a esta ciudad hay que quererla como un amor anhelado. No es convincente la excusa perfecta de que "no obstruye ninguna de las visuales importantes "del castillo de San Felipe de Barajas (del aviso publicado en el Universal, 18/08/13) ,en su molestia ante el honorable Consejo Distrital, al este pedirles explicaciones. Es el entorno del panorama del castillo, señores de San Lázaro- Distrito Artes, es la cercanía con el monumento en mención, es el esperpento en una zona que creíamos en recuperación para los cartageneros ¡una panorámica mas limpia del castillo y sus alrededores, aguardabamos en un futuro! Discúlpeme, pero lo uno no tiene que ver con lo otro. Una cosa es la misión para la que se dispondrá la edificación: la cultura, el arte, y otra el daño que se le ocaciona al patrimonio histórico de la humanidad. Obras son amores y no buenas razones. ¿cómo pueden estar ocurriendo estos hechos hoy, ante la mirada indiferente de todos, si aún nos preguntamos, cómo pudieron acabar con trozos de murallas y garitas para darle paso al desarrollo desmedido? ¿Qué pasó con la Curaduria Urbana Distrital N:1 que concedió el permiso de construcción? ¿Con el Comité Técnico de Patrimonio del IPCC a quien le atañe esta vigilancia? ¿El mismo honorable Concejo de la ciudad, que ha pedido explicaciones? ¿Actuaron a sus espaldas? ¿Cómo se dejaron volver a meter otro gol en sus narices? En todo caso, la construcción sigue su marcha acelerada, ininterrumpidamente, como si nada estuviera pasando. Los nuevos invasores con el aval de las autoridades o con el silencio de estas, se van apoderando de la ciudad a su antojo.
Continuará.
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