Por José Mendoza Jiménez
¡El horizonte despejado acrecienta la esperanza!
Miro al infinito el azul celeste del cielo y el mar, de cómo va pasando el tiempo sin que nos demos cuenta en nuestro trasegar de los días y los años que van quedando atrás.
La alegría perpetua me habrá de acompañar por siempre en cada recodo por donde he de pasar en estas fiestas de navidad y año nuevo.
El crepúsculo del día anterior ha quedado atrás. La noche finita ha llegado a su fin.
Cuando amanece no solo empieza un nuevo día sino nuevas oportunidades para salir recargados de energías, adelante.
Los amaneceres traen la esperanza como los rayos del sol lucidez al nuevo día.
Los amaneceres tienen el color de la primavera que se tiñen de arcoires sin que haya llovido.
Un amanecer es como un sembradío de girasoles floridos.
El amanecer de un nuevo día trae las noticias promisorias de un mejor mañana en cada amanecer.
Los días y los años inventariados pasan a un segundo plano con la llegada de diciembre.
Cuando diciembre llega estamos en la recta final de un año que se va a terminar y otro que viene por empezar.
Diciembre es navidad y navidad es diciembre.
Cuando diciembre llega la actitud de los más nobles ideales del hombre brota del alma y trasciende a la inmortalidad su bondad.
Continuará
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