Por José Mendoza Jiménez
2015
Los usurpadores del espacio público se han venido reproduciendo por toda la ciudad como el kuchynguña. Yo no hablo de los vendedores estacionarios que lo utilizan porque de ahí devengan para el sustento diario y llevarle a los suyos porque no hay de otra. Yo hablo de los poderosos, de los expertos en leyes y normas de convivencia ciudadana que con la excusa de la delincuencia disparada, se consideran con derecho propio de ponerle barricadas a las calles, impedimentos y rejas muy bien fabricadas para cerrarle el paso a los delincuentes y de paso a los demás ciudadanos. Ahora, según esos expertos ,los usuarios del espacio público, también somos delincuentes. Este desparpajo no puede tener cabida en una sociedad civilizada y regida por leyes, donde la autoridad es su máxima responsable de velar porque no se turbe el orden establecido por parte de los particulares. El espacio público no es enajenable, no se pueden inventar películas de terror con él. Existen conductas en aprovechamiento del espacio público, como en el caso de los vendedores estacionarios, regulado por las autoridades- digamoslo- como parte de su política social incluyente y deficiente, y es válido. Pero en el caso de la privatización de las calles públicas, las autoridades deben actuar con todo el rigor de la ley y sin complicidades, recordar a los invasores que eso no se puede hacer.
Deben vivir en el barrio el Recreo y demás urbanizaciones vecinas, muchos expertos en derecho que teniendo la solución en sus manos como la de hacer equipo con la policía o conminandolas a cumplir con su obligación de velar por su seguridad, permitan que la comunidad se vaya por las ramas, metiéndose con el espacio público que es intocable porque se atenta contra esa misma ciudadanía y la noción de ciudad.
La falta de un ejercicio eficiente de la autoridad en defensa de la ciudad, está haciendo válido el que todo se vale porque los demás lo hacen como panacea en la solución de sus problemas. Y una cosa no tiene que ver con la otra. Gracias al mototaxismo, la delincuencia en Cartagena no es mayor. Pero privatizar calles con la excusa de la delincuencia rampante, es generalizarlos a todos como partícipes del delito ,lo que carece de razón válida dentro del sano juicio.
Continuará.
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