Por José Mendoza Jiménez
2016
Este intenso verano que ha disminuido el verde de la vegetación, que ha secado los cuerpos de agua y de vida, que se ha aferrado a la terca determinación del fenómeno del niño, que no tiene consideración con quienes lo esperan cada vez que despunta un nuevo día.
Este intenso verano que ha quemado el pasto con que se alimentan los animales de la huerta, que ha producido incendios y emergencias de gran calado, este intenso verano que ha secado los ríos y ha desaparecido los peces que alimentan, las quebradas de agua viva, las ciénagas y manantiales cristalinos donde nace y se reproduce la vida.
Este intenso verano que ha producido el desplazamiento de su hábitat natural de los animales silvestres, que se ha ensañado con la naturaleza agreste y la especie humana, que no discrimina en su elección, silencioso no sabe de suplicas y escaso escucha oraciones. Este intenso verano que nos pone a buscar explicaciones más allá de las leyes que rigen la naturaleza, del efecto invernadero de la mano del hombre, no en vano preocupa al productor del campo al ver disminuida la producción de su cosecha y ganancia.
"Sabemos que la sequía ha influido en la poca producción, incluso el mango estaba saliendo muy pequeño. Pero lo extraño ahora es que tengo árboles verdes con mangos y otros que están al lado muy secos, como si le hubiesen echado algo extraño ",le comenta don Jorge Antonio Pachón Rodríguez en Santa Rosa de Lima a un periodista amigo*, preocupado por su poca producción pues "pasó de recoger entre 150 y 200 canastillas diarias a 12 y 14 ".EL alcalde, José Luis Altamar, cree que todo se debe al fenómeno del niño. Prometió investigar y ayudarles
Continuará.
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