Por José Mendoza Jiménez
2016
Tener un arma no solo significa protección para quien la porta sino que a algunos los reviste de poderes superiores como los de acabar-sin razón alguna mayor-con quien se le atraviese en el camino o considera le perturba.Eso viene sucediendo cada vez mas con mucha frecuencia en los Estados Unidos de América, donde la tenencia o el porte de arma se está convirtiendo en un serio problema de convivencia que afecta a la sociedad.Los informes de prensa dan cuenta de casos escalofriantes que no sucederían si existiese más control en la tenencia de armas, no solo por parte de las autoridades sino también en los hogares.Idolatrar la tenencia de un arma por los civiles con el argumento de la defensa propia,es poner al margen a la autoridad constituida para esa labor y,responsabilizarsela a los particulares, que en un estado de derecho no debería estar pasando.Las cifras publicadas son alarmantes y con tendencia a aumentar cada año sino se corrige pues solo en diciembre fueron vendidas 1,6 millones de armas"muchas más que en cualquier mes de las últimas dos décadas", según El Espectador (6/01/2016). En efecto en los Estados Unidos"cada año más de 30 mil estadounidenses tiene sus vidas truncadas por culpa de las armas", recordó el presidente Barack Obama en su presentación del paquete de medidas con que busca controlarlas.Quienes lo vimos llorar en el acto de presentación de ese paquete de medidas en el que recordó la matanza de 26 personas entre ellos 20 niños en la escuela de Sandy Hook en Newtown, pensamos que podrían ser lágrimas de cocodrilo o que el presidente solo hacia un papelón de actor involuntario ante la prensa y las cámaras de televisión para conseguir apoyo.Pero no, fueron lágrimas de verdad salidas del corazón.En la fotografía de la AFP que publicó El Espectador en primera plana de la edición ya mencionada, se ve claramente que el presidente estaba llorando, pues las lágrimas corren por su rostro y varias veces-como lo vimos en la televisión-se pasa la mano para secarlas ante el estupor que le produjo en ese acto recordarlas, sin poder hacer más.
Continuará
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