Por José Mendoza Jiménez
2015
Cuando el río suena es porque piedras trae, dice un adagio conocido.Uno no sabe por dónde van a salir las cosas porque no es adivino,ni mucho menos brujo que fuera.Pero debería calcularlo sabiéndose de donde viene y quien lo pronuncia.Hace unas semanas el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, señor Nicolás Maduro, empezó por criticar la presencia de los colombianos en su país.Palabras mas palabras menos, se refirió que todos llegaban en busca de mejoras en educación,salud y vivienda.El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, sin pensarlo mucho,le respondió que el país venía superando índices de pobreza en los últimos años.
Colombia y Venezuela siempre han tenido buenas relaciones en ese sentido, como pueblos vecinos.Aunque han existido escaramuzas entre gobierno que se han superado satisfactoriamente;las dos naciones tienen una relación de trueque,comercio en la frontera que ha sido tradicional por años, como vecinos que se necesitan el uno al otro.Esa relación que es normal entre países vecinos,ha sido violentada nuevamente en las últimas semanas por el desespero de un presidente y su gobierno que no encuentran solución a los problemas de desabastecimiento y una inflación incontrolable desde hace años, ligado a la baja popularidad de su gestión.Como siempre la crisis, la cabuya se parte por lo más delgado.Y encontró en la agresión a tres militares de la Guardia Nacional venezolana por parte de grupos contrabandistas o bandas criminales, la razón para generalizar de paramilitares a todos los connacionales que habitan de aquel lado de la frontera.
Continuará
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