Por José Mendoza Jiménez
En recuerdo del profesor Carlos Menco Mendoza
La educación trae confianza, la confianza trae esperanza, la esperanza trae paz.Confucio
Abelardo Forero Benavides,resalta del diccionario Corominas:"Maestro, del nombre latino Magister: el que es docto en cualquier facultad de ciencia, disciplina o arte y la enseña a otros, dando razón de ella . Porque si en esto falla ha usurpado el nombre de Maestro.Magistral ,lo que pertenece al maestro.Magisterio,la dignidad ".
Las anteriores connotaciones me llevan a reflexionar que el título de maestro es demasiado exigente y que solo lo pueden alcanzar las personas que abrazan la docencia, con la inclinación espiritual de alcanzar cada día,las más altas cumbres intelectivas,cognocitivas y éticas.
La enseñanza y el aprendizaje de las asignaturas contribuyen a la construcción del progreso cultural del país.Preparan al hombre para la comprensión de sus congeneres.Semejante responsabilidad debe recaer en las manos de quienes hagan mérito por su comprobada vocación y se aprestigien en el ejercicio honesto y dignifiquen por consiguiente la carrera o la misión.
Educar atañe no solo a la impartición de conocimientos.Conlleva la transmisión de valores y el cultivo de una moral que haga trascender al hombre.El mensaje emitido por el educador será acatado por el educando en la medida en que sea útil,le enriquezca la mente y le fortifique la personalidad.
En el intrincado mundo de hoy, la figura del educador se yergue cuando su labor satisface la necesidad de superación del discente.Si de veras se quiere ayudar al estudiante, sobre la base de la presentación objetiva de los temas, debe respetarsele la libertad de elección y libre juzgamiento.Y al docente, que se supone desapasionado, debe garantizarsele la libertad de ejercer el método de la crítica acerca de los fenómenos del mundo, para no convertirlo en un simple domesticador de alumnos.
Ocurre con frecuencia que a los alumnos se les quiere llevar por otros caminos o reglas, apelando contra ellos a la represión y al fustigamiento.El llamando consiste en tratar de corregir ciertas malas costumbres de quienes viendo el desempeño factible, resuelven convertir la profesión docente en otra actividad que niega descaradamente.
Mas claro, la vocación deja de ser docente y se aleja manifiestamente del magisterio.Se transforma la labor, en actividad engañosa y se ultraja así a la dignidad magisterial.
La gravedad de ésta desviación se observa cuando un alumno que forma parte de la juventud estudiosa -hay alumnos que son jóvenes y no estudian, están disfrazados de estudiantes -, demuestra sobrepasar al profesor en el dominio de ciertos conocimientos, la respuesta que recibe de aquel es la de "rajarlo". El profesor con este trato lo que hace es rodear al alumno de dificultades y le estrecha la capacidad de desarrollo y desenvolvimiento;lo que no quiere decir que quien no siendo superdotado no se le ofrezca el estímulo.
Si aspiramos a que en el porvenir disfrutemos de mayores logros, se requiere que la vocación docente se vierta en la labor educadora con verdadera sensibilidad humana, con afabilidad y ecuanimidad, para con los alumnos.
Para concluir,es obligatorio expresar que para un profesor a la vez afable e investigador,es menester colmarlo de estímulos para que no encuentre motivos de qué protestar.
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"Pensamiento que se estanca es pensamiento que se pudre"-Roncayo.Y nos lo recordaba con frecuencia el profesor Carlos.(publicado en la revista Aulas en Acción #1, noviembre de 1984, Cartagena).
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