Por: José Mendoza Jiménez La ciudad evoluciona como evoluciona la ciencia o la tecnología. La ciudad despierta todos los días de su letargo, pero a veces parece solemne en el discurrir del día a día ;al descubrirse allende de nuestro descuido, ajenos en la pertenencia por ella. En la ciudad todos somos como hormigas trabajadoras, con una misión que cumplir: cada quien en su ocupación sin percatarnos de los demás. Somos como hormigas trabajadoras con unas tareas autodirijidas que deberían engrandecer la ciudad. Las hormigas son respetuosas y si se les cae la carga, con el mismo ímpetu vuelve y le recoge o llegan otras a ayudar a destrabarla. La hormiga no se distrae y sigue adelante como si nada hubiese pasado porque está consciente que de su trabajo depende su manada. Ninguna hormiga pasa sobre la otra para lograr su ideal nada más. En ese aspecto ser como hormigas trabajadoras por la ciudad, no está mal. Pero a veces olvidamos los detalles de la sin razón que nos asis...